CAN PI, ubicada en una parcela 4 metros por debajo del nivel de la calle, es un ejemplo de cómo la topografía del terreno puede aprovecharse para crear un espacio acogedor y funcional. El edificio actúa como límite entre el hogar, el pequeño oasis reservado para la familia, y el resto del mundo. Hacia la calle, solo destaca el estacionamiento y el resto de la parcela se reserva para alojar los dormitorios en la planta superior y los espacios diurnos en contacto con el jardín en la planta baja. El diseño no solo proporciona una distribución eficiente del espacio, sino que también enmarca elegantemente las vistas hacia el jardín. La arquitectura de esta casa no se limita solo al aspecto estético y funcional. Gracias a un estudio climático meticuloso, se han implementado estrategias pasivas como la ventilación cruzada y el control solar, reduciendo drásticamente el consumo de energía en un 50.8% en comparación con la construcción convencional. Además, el uso exclusivo de materiales sostenibles como la lana de roca no solo mejora la eficiencia energética, sino que también asegura un ambiente interior saludable, libre de toxinas y condensación.
Este proyecto pretende ser un testimonio de la capacidad de la arquitectura para adaptarse a su entorno, al mismo tiempo que ejemplifica cómo las soluciones sostenibles pueden integrarse armoniosamente con la vida doméstica. Es un modelo inspirador de cómo la construcción residencial no solo puede responder a demandas prácticas, sino también promover valores ambientales y culturales esenciales para la comunidad.
